04 julio 2011

LA SANTA MADRE IGLESIA

Hoy -4 de julio- se cumplen 35 años de la masacre de la iglesia de San Patricio.


En la madrugada del 4 de julio de 1976, un grupo de tareas de la dictadura se metió en la Parroquia San Patricio del Barrio Belgrano de Buenos Aires, ataron a los religiosos (3 sacerdotes y 2 seminaristas) uno al lado del otro, boca abajo, sobre una alfombra roja, los golpearon y los fusilaron por la espalda. Estaban desfigurados a balazos y todos recibieron un tiro de gracia.
    

          Leaden                    Kelly                  Dufau                     Barletti             Barbeito                     

Alfredo Leaden, de 57 años, era delegado de la congregación de los palotinos irlandeses;  Alfredo Kelly, de 40 años, era párroco de San Patricio; Alfredo Duffau, de 65 años, era director del colegio de San Vicente Paloti; Salvador Barbeito, de 29 años, profesor de filosofía y psicología y rector del Colegio San Marón; y Emilio Barletti, de 23 años, también era profesor, y estaba por recibirse de abogado.

Los asesinos escribieron en una puerta:

"Por los camaradas dinamitados en Seguridad Federal. Venceremos. Viva la Patria."

Refiriéndose al atentado con explosivos que Montoneros había realizado dos días antes en el comedor de esa dependencia policial causando la muerte de 20 policías.
También escribieron en la alfombra:

"Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes y son M.S.T.M."

"M.S.T.M."  = Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo

Sobre el cuerpo de Salvador Barbeito los asesinos pusieron un dibujo de Quino, tomado de una de las habitaciones, en el que Mafalda aparece señalando el bastón de un policía diciendo: "Este es el famoso palito de abollar ideologías". Esto se ve en la foto que publicó Pagina 12.
 Al día siguiente, el diario La Nación (eternamente dispuesto a cagarse en la verdad) publicó:
 "Elementos subversivos asesinaron cobardemente a los sacerdotes y seminaristas. El vandálico hecho fue cometido en dependencias de la iglesia San Patricio, lo cual demuestra que sus autores, además de no tener Patria, tampoco tienen Dios."


A la misa con los cuerpos presentes de los 5 curas asesinados, asistieron -en el colmo del cinismo- altas autoridades militares, que se llevaron siempre muy bien con los otros oscuros uniformados.
 
  
La persecución se manifiesta cuando, después del golpe, el padre Kelly, haciéndose cargo de las barbaridades que ocurrían, denunció en plena misa que se estaban haciendo remates de los bienes robados a los desaparecidos y que feligreses de San Patricio habían participado de ellos. Kelly llamó a esa homilía “el sermón de las cucarachas”.

Seguramente algunos de los presentes, del selecto Barrio de Belgrano, se sintieron señalados… Días después circulaba por el barrio una carta, donde un grupo de feligreses pedía su destitución, acusándolo de “comunista”. El cura Kelly escribió en su diario personal que este tema lo tenía preocupado.
La pata civil de la dictadura no se limita a los grandes empresarios…

La causa por del asesinato de los palotinos durmió en la justicia hasta que el periodista Eduardo Kimel, hizo un enorme trabajo de investigación y recopiló pruebas. Las publicó en un libro “La masacre de San Patricio” en 1989, donde recogió más de 50 testimonios y le dejó servida la investigación a la justicia.

Kimel descubrió que después de la masacre, un marino de baja graduación, Miguel Ángel Balbi, se presentó ante el juez Blondi para denunciar al militar Claudio Vallejos, que le había confesado que manejó uno de los coches en el operativo, y dio los nombres de los ejecutantes: Antonio Pernías - a cargo del operativo- el teniente de Fragata Aristegui y el suboficial Cubalo. Pero obviamente, la justicia no tenía ningún interés en que avance la investigación.
Vallejos, el chofer, se fugó a Brasil. Y Pernías, negó cualquier relación con el caso. ¿usted estuvo Sr.?... No señor… Bueno, puede retirarse. Y chau.

Una sobreviviente de la ESMA, Graciela Daleo, años después contó que Pernías se jactaba de haber sido el asesino de los palotinos.

En homenaje a Kimel hay que agregar algo:
Ese libro molestó al juez Rivarola, encargado de la causa. Así que le iniciaron a Kimel una causa en 1991 y fue condenado por calumnias a un juez en 1995.

Los inocentes son los culpables, dice Su Señoría… el rey de espadas.

  
Eduardo Kimel (a quien éste humilde blog le rinde un afectuoso homenaje) perseveró y después de 20 años de  idas y vueltas judiciales, logró que se revocara el fallo y por este caso  se despenalizó la figura de calumnias e injurias en casos de interés público.

Les recomiendo que vean el documental "4 de julio 1976-La masacre de los palotinos", (anoche lo dieron por Encuentro) realizado en 2007 por Juan Pablo Young y Pablo Zubizarreta. Se pueden ver los testimonios del único cura de la congregación, que sobrevivió porque de pedo estaba de viaje, (un viejito que te inunda de ternura) y de otro seminarista Roberto Killmeate, que se salvó porque estaba en Colombia. También aparece en el documental Eduardo Kimel, que se murió hace poco, con 57 años.

El asesinato de los curas palotinos fue la antesala para una secuencia aterradora: el secuestro de Carlos de Dios Murias y Rogelio Gabriel Longueville  el 18 de julio de 1976, el asesinato de Angelelli (el 4 de agosto de 1976); y el asesinato del obispo Ponce de León (el 11 de julio de 1977); luego secuestraron a las monjas francesas (junto al grupo de las doce víctimas de la Iglesia de la Santa Cruz, entre el 8 y 10 de diciembre de 1977), y a otros cientos de laicos que trabajaban en las villas.

Vamos por partes, porque hay mucha tela para cortar:

El obispo de La Rioja, monseñor Enrique Angelelli, estaba detrás de los asesinos de los sacerdotes Carlos de Dios Murias (cordobés) y Rogelio Gabriel Longueville (francés), que fueron secuestrados el 18 de julio de 1976 y encontrados el 20 de julio. 

Los cadáveres de ambos estaban sobre una vía, maniatados, con restos de cinta adhesiva y algodón en la boca. Uno de ellos había sido mutilado y la autopsia indicó que había padecido una muerte lenta. Los cuerpos estaban cubiertos por mantas del Ejército y junto a ellos había una lista con nombres de sacerdotes.
 
 Después se sumó el asesinato del laico Wenceslao Pedernera, nacido en Córdoba, asesinado el 25 de julio del 76 en Sañogasta, La Rioja.


Angelelli llevaba un informe sobre estos asesinatos cuando el 4 de agosto de 1976 emprendió viaje a La Rioja con el sacerdote Arturo Pinto. A las tres de la tarde en el camino entre El Chamical y La Rioja fueron seguidos por otro vehículo, un Peugeot 404, que los pasó y los encerró.

La camioneta dio varios tumbos. Pinto sobrevivió. El cuerpo de Angelelli fue hallado a veinticinco metros del vehículo, cara al cielo, con los brazos extendidos hacia atrás, descalzo y con la piel de los talones raspados, (de haber sido arrastrado). Un camionero vio el cuerpo “ubicado con llamativa prolijidad, derecho, sin magulladuras ni hematomas” cuando “toda persona que es despedida de un vehículo cae como desparramada, desarticulada”. La autopsia indicó como causa de muerte fractura de cráneo con pérdida de masa encefálica pero la ropa del obispo no mostraba desgarraduras.

Los diarios publicaron que fue un accidente por el reventón de la goma trasera. MIrá la página de Clarín… mirá los otros títulos, de paso



 No se recuperaron el maletín y las carpetas que llevaba Angelelli. Esa noche allanaron el dormitorio de Angelelli en la Catedral de La Rioja

Tres días después del entierro de Angelelli, la Conferencia Argentina de Religiosos dirigió un angustioso llamado a Primatesta en busca de protección. Primatesta respondió que los obispos debían ser “prudentes como las serpientes” porque estaban convencidos de que “hay tempus loquendi y tempus tacendi”.
Tempus tacendi quiere decir tiempo de callar.

Los que no callaron fueron los obispos Jaime de Nevares, Jorge Novak y Miguel Hesayne, junto con Adolfo Pérez Esquivel y Emilio Mignone, que presentaron la denuncia por el asesinato de Angelelli.

Leeeenta peor que una tortuga, la justicia riojana lo dio por probado el 19 de junio de 1986. Declararon la muerte de Angelelli como “un homicidio fríamente premeditado”.
El Episcopado sigue repitiendo (2001) que Angelelli “encontró la muerte” y que “la muerte lo encontró”.  


 El obispo de San Nicolás, Carlos Horacio Ponce de León fue asesinado el 11 de julio de 1977. Otro accidente carretero.

 El asesinato de los palotinos de San Patricio lo había golpeado a Ponce de León, que estaba relacionado con el sacerdote Kelly, que era su confesor y amigo. Otros palotinos daban clases en el seminario de San Nicolás. Ponce de León dispersó a los seminaristas de su diócesis para protegerlos.

En mayo del 76, Ponce de León  instó a la asamblea plenaria del Episcopado a tomar medidas. Les pedía un pronunciamiento público. El Episcopado, lo mandó a callarse. Ahí estaba presente el cura Laguna.

Lo mismo, Ponce de León había preparado un informe para la Nunciatura Apostólica con datos sobre secuestros y torturas en San Nicolás y Villa Constitución, que habían empezado a principios de 1975. Con esa documentación salió a la ruta, acompañado por el laico Víctor Oscar Martínez, de 19 años, que estaba haciendo la colimba y que era tutelado por el obispo desde que tenía 12 años.

A las 6 de la mañana, cuando aun no había amanecido, el auto Renault 4 del Obispado fue embestido en la ruta 9 por una pick-up, que salió ilesa del “accidente”. Atendido en primer momento en Ramallo, Ponce de León fue trasladado a la clínica San Nicolás en “coma profundo, con fractura y hundimiento de cráneo” según la policía.
Mrá cómo quedó el autito del obispo y cómo la camioneta con la que supuestamente chocó.

 La documentación que llevaba desapareció. Nunca se practicó un peritaje del accidente, ni una autopsia. La clínica donde el obispo agonizaba fue rodeada por fuerzas militares y allanaron la catedral, igual que con Angelelli, buscando si había documentación fuera de la que llevaban encima.

Un mes más tarde, el cadáver del obispo desapareció de la Catedral. Aparentemente lo sacaron para cambiar la caja metálica y el ataúd. Ahora el fiscal federal Juan Patricio Murray pide un ADN para verificar que los restos del obispo no hayan sido sustituidos.

Además del cadáver, también hicieron desaparecer el expediente del archivo de los tribunales… que Murray encontró de casualidad en manos del defensor oficial Héctor H. Hernández. Pocos días después el expediente volvió al archivo.

También desaparecieron las Cartas Pastorales de Ponce de León después de febrero de 1975, justo cuando se inició la gran represión por las huelgas de los obreros metalúrgicos de Villa Constitución.
La casualidad permanente…

Victor Martínez, que acompañaba al obispo declaró ante la justicia: “Ibamos a entregarle esos documentos a Pío Laghi, pero después nos enteramos de que era íntimo amigo de Massera

 Víctor Oscar Martínez, es la misma persona que fue secuestrada en abril de este año 2011… se acuerdan?  Que le dieron pastillas y lo largaron hecho un trapo…

Martínez se había presentado a declarar en la actual causa que investiga el asesinato del obispo Ponce de León, pero el juez Carlos Villafuerte Ruzo lo acusó de falso testimonio y lo procesó. 
Otra vez, las víctimas son los culpables…

Hace pocos días fue procesado en esta causa el cura Oscar Justo Laguna (es el primer obispo procesado) POR MENTIROSO. En realidad tendrían que procesarlo por encubridor también.
La cámara de Rosario consideró (por fin) que Laguna mintió en forma deliberada al declarar sobre el asesinato del ex obispo de San Nicolás.

El nuncio apostólico Pio Laghi envió a Laguna en julio de 1977 (días después del asesinato) para hacerse cargo de esa diócesis tras la muerte de Ponce de León, y permaneció ahí hasta enero de 1978. Pero cuando le preguntaron, Laguna mintió que fue asignado en el 78… un año más tarde. Así que dijo desconocer todo. No tengo idea de nada. No se acordaba de la reunión del Episcopado ni de los sucesos posteriores al asesinato.

 A Laguna lo mandaron para desactivar la obra del obispo asesinado, para hacer oídos sordos a las denuncias de los curas y para tapar en la investigación.
Laguna Integraba –por designación del Episcopado– la COMISIÓN DE ENLACE con las autoridades militares. Están incorporadas a la causa las cartas que se mandaban Laguna y el jefe de la represión en la zona, coronel Manuel Fernando Saint Amant.

Sigue acatando la orden de Primatesta de ser prudente como una serpiente… bah… ES una serpiente…  y considera que sigue siendo tiempo de callar.

Cómo tendrán de sucio el culo, no?

Laguna se defendió diciendo que había integrado el CELS, cosa que fue desmentida tajantemente por el propio organismo. Tal vez anduvo dándoles vueltas, tratando de limpiarse.

Por suerte, contamos con el fiscal Juan Patricio Murray… que perseveró, y lentamente se van destapando las cosas. No me quiero ni imaginar el esfuerzo que habrá depositado y los embronques que habrá pasado.  Con toda la corpo judicial poniéndole obstáculos…

Son numerosos los testimonios en la causa que demuestran que el obispo Ponce de León estaba super amenazado, que la jerarquía eclesiástica lo sabía y que lo entregaron. El responsable militar es Manuel Saint Amant, que ordenó además la limpieza de todo cura o monja que fueran del palo de Ponce de León.


(Pido perdón por el escrito tan largo, pero una cosa trae la otra… y está todo vinculado)

Para terminar:

Hay mil cosas que quedan sueltas… y podría seguir escribiendo más y más. No caben dudas de la complicidad de la iglesia argentina con el genocidio.  Ni de  la hipocresía que sigue reinando en los ámbitos eclesiales, que creen que van a seguir ocultando cómo se recagaron en todo: en Jesús, en sus hermanos y en el evangelio… en la vida, en la verdad y en la justicia.

Habrá algún despistado que se conformaría con que todos estos vejestorios indignos disfrazados con sotanas, pidan perdón.

A esta altura, que los perdone Dios, porque a nosotros sólo nos cabe desenmascararlos.

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3 comentarios:

Daniel dijo...

Enorme trabajo, Luz. Los curas hijos de puta, entregadores y cómplices de los milicos la tienen que pagar. Juicio y castigo.

Jack Celliers dijo...

Che y eso que Laguna era como progresista ¿no? o democrático o algo así. Hablaba muy correctamente, muy moderado, muy modernito. Mirá la gorrita, qué dandy.

Luz dijo...

Así es Jack

Lo recuerdo con su modulación de barrio de clase alta, dando vueltas por la tele.

Creo que era en la época de las "autocríticas" -primero los militares y después las sotanas - y la Santa Madre fue tan tibia pidiendo perdón, que al final no decían nada)

Y Bergoglio también está en el horno.

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