24 septiembre 2006

RECLUSIÓN PERPETUA

Etchecolatz


Es el que decía a sus burócratas a sueldo, de alguno de los 21 centros clandestinos de los que era Jefe, mientras presenciaba las torturas: “dale más, ponele más”... más voltaje, así se le paraba más, de ver retorcerse a su prisionero.




Perverso, de mirada negra y cruel, de depredador

Ya había sido condenado a 23 años por torturas a casi cien personas, en el 86.

Pero duró preso, lo que un lirio... Trabajó junto a Camps, que aún vivía y conspiraba, para crear el clima que conduciría a los alzamientos carapintadas de Rico y Seineldín y a la sanción de la ley de Obediencia Debida, por la que recuperó su libertad.

Marianito Grondona lo invitó a su programa, el tipo había escrito un libro en el que podía leerse:

“Nunca tuve, ni pensé, ni me acomplejó culpa alguna. ¿Por haber matado? Fui ejecutor de una ley hecha por los hombres.

Fui guardador de preceptos divinos. Por ambos fundamentos, volvería a hacerlo”.

Para lograr raiting o algo más perverso, Grondona sometió a don Alfredo Bravo a tener que estar frente a su torturador. Bravo no pudo recular a la invitación, y tuvo que escuchar sus desafíos vomitivos.

Feroz, sádico, inclemente y cobarde, jamás tuvo grandeza, y ahora usa como atenuante su ancianidad, “se ensañan con un pobre viejito...” dice, como si el trascurso del tiempo hubiera hecho desaparecer su condición de asesino alevoso de prisioneros atados, engrillados y reducidos a casi la nada.

El oscuro personaje aún tuvo la insolencia de decir a sus jueces “ustedes son los condenados”. Eso les diría a sus víctimas... "ustedes están condenados".

Tuvo un juicio, derecho a la defensa y fue juzgado con pruebas y con un Código Penal que rige a todos... y ahora va a una cárcel, donde le van a dar de morfar, va a tener visitas y atención médica y no le van a arrancar las uñas con tenazas, ni lo van a quemar con un soplete.

Etchecolatz con la cruz, dice Bayer: “Toda la Iglesia Católica debería salir a repudiar al verdugo que trató de escudarse en la cruz y, ahora, todos los sacerdotes, desde obispos hasta el último fraile, tendrían que repudiar esta actitud del asesino oportunista. Porque el signo de la cruz cristiana nada tiene que ver ni con la tortura ni con el crimen y menos con sus ejecutores”


Ojalá desaparición de Jorge López esté, como dicen, relacionada con el esfuerzo emocional que le implicó declarar en el juicio.

Ojalá, por el bien de todos nosotros y de ésta democracia de cotillón que pudimos conseguir, que aparezca. Por favor

Si alguien lo ve... cuídenlo y avisen a las autoridades.

(Mejor a la Policía Bonaerense, no...)

hay que llamar al 911 o al

0221 421-9940;

0221 489 3960

0800 333 5502.

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